viernes, 12 de marzo de 2010

Leyendas: de como entre muros amortajados surgen mares de muerte

Fertilizada mi imaginación por la colección de relatos hindúes que estoy leyendo en el libro "Cuentos del Vampiro", mis sueños han gestionado sus propias historias y leyendas.

Voy paseando por lo que parece ser el casco antiguo de una ciudad. Está completamente vacío de gente excepto por dos parejas de turistas que van a unos metro por detrás de mí. Todas las edificaciones que me rodean están cubiertas por telas semitraslúcidas, que dejan adivinar pero no ver, como si estuviesen restaurándolas todas a la vez. El resultado era inquietante, pues parecía una ciudad muerta o encantada, cubierta por un maleficio materializado en ese velo, tejido de tiempo, excreción de araña. El contraste lo ofrecía el cielo de un brillante azul y los turistas haciéndose fotos frente a lo que podía ser la catedral, el ayuntamiento o cualquier otra edificación notable. El aire estaba límpio y no se oía ningún tipo de ruido.
De una de las edificaciones se abría un pasaje, del tamaño de un portal, que dejaba ver un recuadro de verde brillante, que contrastaba con la composición cromática de ocres y grises de los edificios amortajados. Pasando por el pasaje llegué a un jardín del exterior. Mientras caminaba oí la conversación de dos perros. Uno alto, con cuerpo de galgo y pelo largo lacio color corteza de pino que decía
- ¡No me lo puedo creer.!
- Es así. A pesar de lo que aparenta no tiene más que unos meses.-contestaba el otro menor, con el pelo crespo y más corto, color humo y de proporciones más cuadradas.
No sabía lo que se referían así que seguí mi camino.
Aquí comienza la leyenda, que percibo como espectadora.

Frente al ataque que sufría su pueblo, la madre de dos niños los había subido a una barca y los había empujado al río. El río conduce a los hermanos hasta un enfurecido mar. La visión de la tierra no es más que un recuerdo en sus pupilas. El mayor de ambos, de unos cinco años, mira al horizonte y contempla lo que parece ser una tapadera gigante que flota en mitad del océano. La improvisada embarcación se dirige como imantada a aquella señal flotante, de manera que al llegar a su altura, la colisión es inevitable. El choque provoca que se salga de su sitio, convocando la aparición del remolino de agua que contenía. La barquichuela con los niños se encuentra en el centro mismo del remolino que empieza a mostrar su violencia y furia girando y girando. La mar luce empero azul y no hay signos de tormenta en el cielo.
Las historias que su madre les transmitió resuenan en las mentes de los pequeños llenándolos de temor, pues saben que han desatado una de las furias de los demonios que amenazan a su pueblo, y que si bien llegarán vivos y secos al fondo, no será sino para ser torturados luego en cuerpo y alma por los que les esperan en las frías profundidades del océano. Tan grande es su temor que, asustados,imploran y ruegan a la Diosa que los ampara que se apiade de ellos y les mande la muerte.
La Diosa, benigna al parecer, les concede el deseo, y haciendo volcar la madera en contra de la voluntad del remolino, hunde a los hermanos en el agua, que se cierne rápida entre y sobre ellos, como los brazos de la madre que han perdido.
Sólo emergen un puñado de burbujas.

Candy dreams

¡Ah! a veces los sueños son simplemente momentos donde se realizan ciertos deseos que aunque simples y pequeños nos haría mucha ilusión cumplirlos.
Hace dos noches tuve un bonito sueño, y es que me encontraba en una librería vagabundeando por las estanterías mirando por aquí y por allá. Habíamos ido Mavi y yo, porque Mavi buscaba algo en concreto y a mí me encanta pasear entre libros y cotillear si hay algo bueno que llevarme o buscar luego en la biblioteca. Y mientras ella estaba en caja pagando, yo me quedaba rezagada en una estantería donde había visto que tenían varios tomos viejos de la colección de Candy, Candy.
Yo tengo el primero de los tomos donde comienza las tristes y a la vez optimistas aventuras y desventuras de la pecosilla Candy. Y como lo tengo desde niña, lo he releído infinidad de veces... me he reído con Candy y sus travesuras, me enamorado de Anthony, y llorado su muerte, me han encantado los inventos de Stuart, he querido darle una buena lección a los odiosos Neal e Irizza, etc. También me ha quedado cierta aprehensión a las rosas en jarrón, porque cuando se marchitan lo asocio a un presagio de muerte. Tenía algún comic más disperso, pero basado en la serie de televisión y con una calidad de dibujo más bien mediocre, que me informó un poco de como seguía la vida de Candy. Más tarde supe que Mavi tenía el segundo, así que nos lo intercambiamos para leerlos. Y aprovechando la diferencia de edad con mi hermana,cuando ella tendría unos cinco o seis añitos, pudimos ver juntas en un verano todos capítulos de la serie de dibujos, donde las cosas se fueron desarrollando de una manera que nunca pensé y Candy fue haciéndose mujer.
Volviendo al sueño, en él estaban algunos de estos tomos que me faltaban, y se lo comentaba a Mavi por si ella también quería llevarse alguno. Cogía todos los que no tenía y me disponía a comprarlos. La sorpresa vino cuando me puse a hojearlos por dentro, y es que en vez de ser comics, eran libros novelados, sin ningún dibujo. A pesar de la sorpresa, decidía llevármelos y añadir el primero, por lo que de diferente y detallado pudiese haber. Una vez en el mostrador, el vendedor estaba encantado, porque él también era fan de Candy, y por fin había alguien que se llevaba lo que él consideraba un clásico que llevaba mucho tiempo en las baldas cogiendo polvo.
Así que, aunque en sueños, he ido completando más mi pequeña colección de Candy, de la cual admiraba la buena voluntad y limpieza de ánimo tenía, la envidiaba un poquito por los chicos que tenía loquitos por ella. Y por supuesto me compadecía de ella por lo mal que le solían acabar las cosas, al mismo que me animaba con ella contemplado su alegría y optimismo a ir viendo las cosas buenas de la vida y de la gente que la rodeaba.
A esos pequeños héroes de nuestra infancia y adolescencia que nos hicieron desear ser mejores, mi pequeño homenaje. Gracias.

miércoles, 10 de marzo de 2010

viernes, 5 de marzo de 2010

La ópera de sangre

Voy a relatar uno de estos sueños moviditos que tengo, de los que me despierto más cansada de lo que me he acostado.
Mario y Mercedes, dos amigos míos que conozco por ser antiguos monitores de la Ajdb, me llaman a una especie de despacho, donde ambos están sentados en una larga mesa blanca. Me piden que me siente delante de ellos. Para poder entender la situación que viene hay que comentar que cada año en la Asociación se elegía un musical u obra de teatro para representar con los jóvenes de entre 14 y 18 años. Lo curioso es que nosotros tres, excepto un año Mario, no habíamos sido monitores del juvenil, luego no tuvimos que decidir nada respecto a esto.
Bien, lo dicho, me sentaba a la mesa con ellos, y después de unos cuantos circunquiloquios, me expresaban, en tono más parecido al de unos capos de la mafia que a dos monitores, que este año se había decidido representar la misma obra que se iba a estrenar en la ópera ( un edificio grande y magnífico que no existe en Alicante). Pero que para ello era preciso hacerse con la música y libreto. Y que "mi misión" consistía en ver la obra y salir con las partituras, la música y el guión. (Sí, con la idea que tengo yo de música...je.). A todo esto hay que decir que frente a la sensación de mafiosos que daban en el sueño, ambos son personas encantadora y generosas.
En fin, yo en ese momento del sueño me negaba. En primer motivo, porque aún en sueños me veía incapaz de hacerlo, sobre todo el tema de las partituras. Y como segundo motivo porque según parecía uno de los actores que salían en dicha obra era Miguel Frutos, un chico muy alto y simpático, que ahora rondará los 19 años, pero que había pasado por la Asociación cuando tendría 10 años. En mi sueño parece que después de mucho esfuerzo Miguel había conseguido entrar en la compañía y estaba muy nervioso con el próximo estreno.
Como en cualquier compañía de teatro o de danza, parecía que lo que primaba eran los celos, sobretodo cuando el que era el más antiguo se veía retado y apartado por la nueva generación. En este caso parecía que la nueva estrella era Miguel, y que en la compañía el cabecilla del grupo (que más parecían unos pandilleros que unos bailarines) había decidido acabar con la oposición de Miguel.
Así que al final del ensayo general, lo cogen a la salida. Empiezan a correr alrededor suyo, haciendo una parodia de la obra: parece que hay una especie de duelo, donde cae muerto el cabecilla. éste se ríe con locura, mientras se abre el cuello con un cuchillo y arranca algo de su pecho. Le entrega el cuchillo ensangrentado y el trozo viscoso de carne a Miguel que lo mira espantado. Tienen pensado hacerle pasar por el asesino del jefe de la compañía. Tiene el arma homicida en sus manos, está lleno de su sangre, y todos van a presentarse como testigos en contra suya. Por cierto, que de alguna manera el propio cabecilla no ha muerto, sino que se ríe y jalea, anticipándose a la idea de ver a Miguel esposado y condenado.
Miguel no tiene más remedio que huir, pues no ve otra salida. Comienza ahora la carrera. La propia compañía lo busca para alcanzarlo. Ya ha dado el aviso a la policía.
Cambia la situación y parece que la obra se ha estrenado. Estoy a las afueras del edificio, y puedo atisbar retazos del espectáculo por las puertas y ventanas abiertas que hay en el escenario, y porque las bambalinas que hay detrás del escenario están como en terrazas que dan al exterior, donde se puede contemplar el espectáculo de los actores y actrices entrando y saliendo, los bailarines calentando y corriendo para llegar a tiempo, el subir y bajar, para cambiarse de vestuario... Un espectáculo de la propia organización del espectáculo.
Sé que todavía se continúa buscando a Miguel, que procura pasar desapercibido. Por algún motivo que desconozco, una de las bailarinas y también actriz principal, que participó en la traición y búsqueda de Miguel, se ve obligada a ayudarle. Se ven los dos obligados a correr. Parece que ella tiene un truco para correr infatigable, sin parar por horas que pasen. Y tiene que enseñárselo también a él para que no les atrapen.
En un momento dado, los perseguidos llegan a ser media docena, y yo no sé porque también me encuentro entre ellos. La persecución continúa y con ella, la eterna carrera. Llegamos a una obra en construcción y decidimos escondernos en el garaje. Oímos que nuestros perseguidores se acercan. Contenemos la respiración. En ese momento se oyen ruidos de la propia obra. Aparecen unos cinco o seis obreros, con monos de trabajo amarillos y todos con casco. Acaba de terminar su turno y se dirigían de vuelta a casa. Tratamos de escondernos todos detrás de una columna y un recoveco. De alguna manera sabemos que somos proscritos y que si nos ven darán la alarma. Sin embargo no hay manera de escondernos en ese sitio tan estrecho. Lo último que veo son los ojos asustados del jefe de la obra, un buen hombre con arrugas de experiencia en su cara cansada y un bigote cano. Mira con desconfianza la punta del arma que hay en mis manos. Van levantando todos las manos, mientas pongo un dedo en mis labios imponiendo silencio...
Este es el momento en que me despierto


Sobre qué se Come en Sueños


Se suele hablar de comidas soñadas haciendo referencia a aquellos manjares que nos deleitaron con su sabor, que imaginas perfectas pero no probamos en la vida diaria. O en aquellas que por su perfecto orden, cantidad, emplazamiento y compañías no dudarías en disfrutar. En cualquier caso sublimas los sentidos del gusto , la vista , el olfato y, por qué no, del tacto en esos oníricos platos.
Sin embargo muchas veces, las realidades de nuestro sueño muestras efectos que se asemejan más a los manjares que prueba Alicia en Wonderland.
Viene a colación a una serie de elementos que he soñado en diferentes días, que sin no ser cada uno más que un aderezo en la crónica general del sueño, son sin embargo lo que traen el absurdo al mismo. Y como con el de hoy ya suman al menos tres, y con esta cifra comienza la multitud, empezaré a numerarlos, antes que se agolpen y me sea imposible recordarlos.
Pueden acogerse a estas recetas futuros relevistas del Bulli, dado que parece que éste ahora cierra/se convierte en fundación/vaya a saber usted qué. Puedo asegurarles que algunas de las anécdotas culinarias que se detallarán dejarían a la cocina con hidrógeno líquido de Adrià, francamente helada.
- Gatitos: sí, cual una seguidora cualquiera de V, me dediqué en un sueño a comer gatitos. Uno o dos, no se piensen... Eso sí, muy bien presentados, porque la comida, ya saben, entra por los ojos. Así que los gatitos vivos venían en paquetitos pequeños, como si fueran bombones. La caja media constaba de media docena: Seis gatitos de colores diversos, de un tamaño bastante improbables (unos 5cm de longitud), y que sin embargo se encontraban con la expresividad y movilidad de un gatito de tres meses. En el sueño me ofrecían con total naturalidad una cajita de éstos. Elegía con desgana uno atigrado y me lo comía vivito y coleando. No sé a qué sabía, pero no parecía extrañarme ni que estuviera vivo al comérmelo,ni que ni siquiera lo "pelase" antes. En fin, dejemos estos escabrosos detalles.
-Sopa de perro: elegí un momento bastante funesto en soñar ésto, pues hacía bien poco que se había muerto mi perro Puck, un precioso y avispado caniche canela. Ahora tenemos dos pequeños cachorros casi negros, mezcla de caniche y ratonero andaluz y que responden al nombre de Blacki y Jack. A la hora de elaborar la sopa, se parecían más a éstos últimos los ingredientes. Bien, instrucciones para la receta: se coge una olla y se la llena con aproximadamente dos litros de agua. Se pone al fuego y se espera a que comience a hervir. Mientras se coge un cachorro pequeño, de unos dos a tres meses de edad. Se le hace un corte longitudinal que lo divida en dos, desde la cabeza a la cola. Se toman las dos mitades aún sangrantes y casi vivas del perrito y se echan al agua hirviendo. Se deja hervir bien, y luego se sirve caliente. No se si hay que aderezarlo con algo para mejorarlo. En este sueño no probé el resultado. Sólo me limité a seguir la receta. Estoy segura que en más de un país asiático podrán decirle algunas especies, allí no parecerá tan raro mi sueño.
- Pasta y Setas: Vale este parece no ser muy original, pero la presentación también cuenta. Hoy he soñado diversas cosas, pero de entre las que me han llamado la atención ha sido un paseo que dábamos mi madre, mi tía Mercedes (la hermana de mi yaya) y yo. Íbamos por la montaña, y el sendero se vislumbraba lleno de pasta blanca, como si de empanadillas abiertas se tratasen, pero sin estar rellenas. Al principio contaba mi tía, que habían pocas, y que ella las había probado pensando que se habían caído del camión que las transportaba. Parecía que eso era normal. Pero decía que ya hacía una semana que no paraban de aparecer, que parecía más bien que saliesen de la tierra, y que habían empezado a pudrirse y por lo tanto a ser un problema de salud pública. Mientras caminábamos empezaron a aparecer setas. Yo tengo poca idea de setas, me limito a las dos variedades que entran en mi casa: una es el champiñón, fácilmente reconocible, y la otra es una seta de color arenoso, con "copa" plana, y que tiene en su envés como las hojas de un libro, ni idea del nombre, pero os cuelgo una foto. En fin de éste segundo tipo eran mis setas, pero en vez de crecer como toda buena seta debe, como una sombrilla de playa que se abre, éstas crecían al revés, con todas las "páginas" hacia arriba. Y su tamaño era más parecido al de un helecho de la época de los dinosaurios, de manera que casi cabías de pie en cada una de ellas. Le pregunté a mi madre si quería unas para hacérselas a la plancha, pero dijo que no le apetecían. Lástima, por el tamaño seguro que en el sueño se habrían convertido en un tipo de planta carnívora que intentaría comernos.



jueves, 4 de marzo de 2010

Aznar, el courier, y el huevo batido

El otro día tuve un sueño que conseguí que no se me olvidara, y como es
bien raro, y además sale Tania, pues resulta bastante apropiado que lo
ponga aquí.

El sueño comienza con Aznar y uno de sus allegados políticos, al que
Aznar dice, visiblemente cabreado, que bueno, que dejará que los courier
de las empresas de mensajería entren en la sede a entregar paquetes,
aunque sean todos una panda de jóvenes izquierdosos y vagos. Hasta
entonces los habían estado dejando en el edificio de al lado, porque
Aznar se negaba a que entraran.

El sueño cambia, y aparezco yo. Estoy en un local pequeño de la calle
Portugal. Con Aznar. El local está oscuro, y parece una peluquería,
aunque yo estoy en un sofá. Lo próximo que ocurre es un courier que
aparece en la puerta con un paquete de buen tamaño. Más que de
mensajero, viene vestido de motorista, y lleva un casco con la visera
cerrada e impenetrable. Al entrar en el local se quita el casco, y es
Tania.

El paquete que trae Tania es una máquina de coser, pero no es para una
entrega sino que viene de una empresa que hace arreglos de ropa a
domicilio. Ni Aznar ni yo sabemos qué es lo que necesita una costura,
pero Tania parece encontrarlo y se dispone a empezar. Las persianas
están todas bajadas; me dirijo a abrirlas cuando Tania percibe la mala
cara que pone Aznar al ver mi propósito, y dice que, de verdad, no hace
falta. Yo las abro igualmente.

Lo último que ocurre en el sueño es que Tania necesita dos huevos
batidos. Cojo un bol, rompo un huevo y lo bato. Rompo el segundo huevo,
y sólo contiene el esqueleto de un pájaro muy pequeño. Yo pongo cara de
susto y Tania me dice que qué me pensaba, que desde luego los huevos
contienen pájaros, y que si me creo que no acabo de batir uno sin darme
cuenta. Miro el bol, y entre el líquido amarillo se ven plumas machacadas.