viernes, 26 de febrero de 2010

Sueños preñados

Esperanza

día y noche

Erasmus de pollo asado

Las circunstancias de los sueños, por más ilógicas o surrealistas que parezcan luego, no quitan la realidad opresiva que generan éstos.
Mientras estuve en Gerona, soñé que para terminar la carrera de arquitectura me restaba una sola asignatura: la asignatura del pollo asado. Y que además para poder realizarla era preciso que me fuera a otro país.¿Brasil, o por lo onírico Brazil? Ahí estaba mi madre convenciéndome de las bondades de salir, animándome a echar el último esfuerzo para terminar la carrera, haciéndome la maleta y llevándome a rastras al aeropuerto donde esperaba un avión con la escalera ya puesta. Y yo a todo esto llorando desconsolada como una niña pequeña, angustiada ante la posibilidad de tener que salir fuera otra vez para una tontería de asignatura. Intentado convencer a mi madre que la podía hacer aquí, en Alicante.
Para quién se lo esté preguntando, la asignatura consistía en comerse un pollo asado... sí, ¿que quieren? los sueños son así.
Dado que parecía que ni mis llanto ni mis súplicas hacían mella en la resolución de mi madre, me escapaba de ella, y empezaba a vagar por la ciudad. Atravesaba manzanas y calles, en su mayoría blancas, hasta que llegaba a una gran avenida, donde el transporte público consistía en una especie de lanzadera hecha por unos rieles, como vías de tranvía, donde se ajustaba una especie de tabla de snowboard, pero mayor. La gente, de uno o a uno, se subía a ella y se tumbaban boca abajo, esperando que la transportara. Iba yo andado paralela a esa especie de vía cuando me cierran el camino dos amigas mías: Raquel y Mavi, que, con distintos motivos y razones, me intentaban convencer para que me fuese a hacer la dichosa asignatura del pollo asado.
Al final, reitero que si algo he aprendido es a decir que no. Y con esa decisión me mantengo impertérrita.
Puff, qué angustía cuando me levanté y lo que se rieron mis padres y mi tía cuando se lo conté.