sábado, 26 de febrero de 2011

Cómo se hizo una ilustración



En principio iba a sevir como tarjeta de boda
de Mavi y Marcelo, pero creo que quedará
como regalo para colocar en su Sweet New Home.

Felicitación Navideña

Taxi

-¡Vaya !¡Otra vez que me voy a quedar sin cobrar la carrera! Llevo una racha que parece que estoy gafado, pero es que no puedo hacer otra cosa. Lo único que me queda es el respeto.Sabía que esto iba a pasar en cuanto vi a la chica morena montarse en mi taxi. . Mira que hay zonas por Madrid, pero tuvo que elegir pasar justo por esta. En fin, ya casi estamos llegando, vamos a ver cómo lo hacemos. Parece que el tráfico está lento aunque fluido. Vale, entonces con un frenazo bastará. Aquí, justo.

Ruido de bocinas, y brusco descenso de la velocidad en el carril derecho según pasa por una esquina como cualquiera de las otras. De repente se muestra en la marea de coches una onda que parece irradiar de un punto anodino y centro del estremecimiento de la procesión. Llamada de atención que pronto se atenúa y es absorbida por la circulación, como sino hubiera pasado nada..

-¿Por qué ha hecho eso?

La pasajera inclina la cabeza mientras frunce el ceño por la extraña maniobra del taxista. Sólo el zumbido sordo del tráfico contesta la pregunta, mientras el conductor conduce con pericia en el resto de las calles hasta que llega a su destino. Se niega a cobrar el viaje.


Fueron las zanjas para las obras del gas, o de la telefonía, o la del agua...qué más da. Un descenso superior al establecido dio con un brusco engrosamiento de hormigón. Y la curiosidad acicata los movimientos, y hace extra limitarse a los trabajadores. A esa profundidad sólo debiera haber tierras. No hay obras de metro, no hay cimientos que justifiquen tanto hormigón. Y las noticias pronto muestran como se eleva íntegra la cáscara rota en su base de gris cemento. Son huesos y huecos de lo que ante fueron mullidas carnes lo que rompen la base de la piedra.

Otro enterramiento en una cuneta, pérfida cobertura que pretende cubrir los asesinatos de la guerra, absorbida por la sedienta periferia creciente.

Muertos olvidados.

O no tanto.

Tabú para los que se quedaron en vida, no atreviéndose a poner ni una flor en aquella esquina.



-Lléveme a ver a su amigo Juan, aquel de que tanto habla.


La misma chica morena, en su taxi. Parece haberse convertido en una costumbre. Su mirada es inquisitiva pero a la vez tímida. Sabe que puede evitar su mirada con un gesto que desvíe el espejo. Pero es cierto que le ha hablado de Juan. Empezó la siguiente vez que se vieron, en un trayecto rutinario esta vez. Y es que normalmente los clientes con los que hacía ese trayecto le recordaban pero y por tanto evitaban tomarle de nuevo. Menos la chica morena de pelo corto y flequillo lacio. Primero fueron frases sueltas. Recuerdo de pájaros y huevos de nidos robados. Dulce infancia de polvo y lagartijas. No se había dado cuenta que le hablaba hasta que la oyó reir. Se sorprendió oírse en voz alta. Sus pensamientos se habían hecho sonido sin permiso expreso.

Vio sus ojos tímidos pero inquisitivos, y tomó el camino antes de tiempo. Solía verlo cuando el sil declinaba. Era entonces al único cliente que llevaba.


Una plaza cualquiera. Una hilera de chopos. Sólo uno con un nombre incrito, y el hueco de una mano en él cientos de veces apoyada.

  • Bajo sus raíces.

Y las lágrimas cayeron por primera vez



Este sueño viene auspiciado por la lectura de El corazón helado de Almudena Grandes